sábado, 31 de julio de 2010

Homenaje (y 2)

Las azafatas deseaban más que su comandante que la espera de la apertura fuera lo más rauda posible, porque eran la primera línea de fuego, intentando agradar lo máximo a esos pasajeros que ganaron el campeonato y aguantando todas las impertinencias que son posibles de aguantar. Las azafatas de la aeronave aprovecharon una tregua de varios minutos mientras a los pasajeros les realizaban unas  fotos para no sé qué revista para comentar lo básico que era su sueldo y lo que tenían que soportar en esta clase de vuelos donde la compañía aérea les daba la consigna del todo vale por el bien de la imagen de la empresa. Una de las azafatas quiso consolarse diciendo que por lo menos estaban viviendo un momento histórico, bastante desagradable para ellas, pero histórico. El narrador se adelanta al acontecimiento de la bajada de la escalera de los pasajeros de la aeronave para aseverar que nadie se acordó de ellas ni de ese momento histórico cuando al día siguiente informaron a tres azafatas de ese avión que debían de abandonar la empresa por reestructuración del personal. El comandante de la aeronave avisa que la apertura de la puerta va a ser inmediata. En ese momento seis directivos que ni la mitad de la plantilla que jugó y ganó el campeonato conoce, aciertan a dar unos cuantos pasos milimétricamente estudiados con el fin de tomar tierra y posar sus pies en la escalinata en primera posición. Por el estado de catatonismo que estaban inmersos los demás durante toda la noche, no apreciaron que esos directivos no estaban disfrutando de la fiesta aérea, si no que lo único que pensaban era en la estrategia que debían seguir para ser los primeros en las fotografías. La situación es vergonzosa. Se trastabillaron entre ellos sin importarle lo más mínimo el ridículo que podían hacer, vestidos de traje y corbata hechos a medida que se colocaron de una forma grotesca para disimular sus estómagos agradecidos que, cuando fueron nombrados a cambio de unos cuantos votos, les parecía suficiente, puesto que de ser unos dirigentes regionales pasaron a ser nacionales. Sin embargo a lo largo del tiempo empezaron a pensar que no era suficiente su buena vida y necesitaban poder. Esto es así, si le das a unos falsarios algo bueno, al tiempo querrán algo rico sin importarle lo más mínimo que la mano que tengan que morder es la que le ha dado de comer. Y así sucesivamente. Querían llegar a su meta de cualquier manera, así que empezaron a darse codacitos empujonarios mordiéndose el labio mientras gritaban lo que todos, se atusaban el pelo, arreglaban el nudo de la corbata y se abotonaban la chaqueta en ese momento convertida en casaca de guerra para que la actuación fuera lo más sibilina posible. Debían de hacer esto porque son los directivos con menos peso dentro del organigrama y, aunque los sueldos y dietas son para todos iguales, lo que necesitan es sentirse admirados, querer decirles al mundo que ellos también son parte del grupo que jugó y ganó el campeonato; sentirse observado como piezas indispensables en este proyecto. Narcisismo de poder. El presidente de la Federación de este deporte que hace catorce horas hizo que el nombre de la nación que representa fuera el único país que existía en el planeta, sabía lo que estaba ocurriendo y no se extrañó de esta situación, porque él fue uno de los atrapafotos hace casi una década, cuando era un directivo ignorado; sin embargo llegó al poder, entre otras artimañas, con triquiñuelas similares haciéndose un nombre poco a poco. Es poco inteligente, con dicción limitada, muy mal político, desaliñado en las formas, pero muy zorruno en el arte de las guerras de guerrillas del poder. Eso dijeron de él tanto la oposición que quería ese poder como el grupo de prensa contrario a su gestión en el momento de su investidura como presidente de la federación – entonces, ¿mal político? - . Se acercó a los directivos que se aposentaron en primera línea de salida y les invitó a que se colocaran en un puesto más acorde a su posición dentro del organigrama, no ya por el protocolo en sí, sino porque es una estrategia que él mismo utilizó en su momento y sabía perfectamente lo que podía valer la imagen de salir del avión al lado del trofeo. 

Continuará...

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