martes, 10 de agosto de 2010

Tu Rostro Mañana. Javier Marías.












Desde hace varios años he querido empezar un camino nuevo en mi aventura literaria con Javier Marías. No sé por qué cada vez que hablamos de un autor no tenemos la costumbre de insertar el tratamiento de don o de señor delante de su nombre. Creo que lo correcto sería, en el menor de los casos, al menos insertarlo antes de leer algo suyo. Desde el instante que lo lees, es parte de tí y considero que el don y el señor se pueden omitir pero en ningún caso sería capaz de saltarme el usted hasta que el interlocutor cortara esa relación o diera permiso para acercar el tratamiento. Si en la remota posiblidad que el destino me pudiera conceder la oportunidad de conocer a Javier Marías no la desperdiciaría tuteándolo, eso seguro.

Llegué a la librería de turno hace poco con la ilusión que siempre me embarga al entrar a lugares similares, ya sea un centro comercial en su apartado librero; con el atrevimiento de internarme en la estantería de autores españoles y, muy valiente yo, como torero que empieza la faena a puertagallolas, me encomendé a San Cervantes y directamente busqué a D. Javier Marías (todavía no habiá leído nada de él. Bueno, miento, lo seguí durante varios años en "El Semanal") Valiente en mi postura ojeé su bibliografía y raudo me fijé en el título a tratar. ¡Dios! exclamé. Una trilogía. Me la llevo. Sin duda. ¡Qué valiente eres! Pensé en mí mismo. Javier Marías y una trilogía. Perfecto día de compras. Barbilla en alto, hombros atrás y trilogía en mano. Me situé en la cola de pago orgulloso y pavoneándome de cometer un acto que creía que estaba a la altura de la escritura de Javier Marías. Me equivoqué.

Cada vez que comienzo en una aventura literaria mi mente lectoril se entusiasma y con ese estado de ánimo empiezo el libro. Ya en el título observé que no iba a ser una lectura fácil. El primer libro de la trilogía se titula Fiebre y Lanza; el segundo Baile y Sueño y el tercero Veneno y sombra y adiós. Lo comentaré como un todo, puesto que uno no podría vivir sin los demás. Quien lea el primero ya le ha entrado el veneno del segundo y el tercero lo ansías.

Comienzo mi lectura. Primera página, segunda, tercera, cuarta... ¿qué? Pero... ¿qué? Pero... ¿Qué es esto? Son palabras que tienen un sentido pero no puedo edificar la forma. No sé qué estoy leyendo. No estoy preparado para esta lectura, pero sigo en mi empeño. Me acuerdo de cómo se titula esta parte: Fiebre. Y eso parece que es lo que tengo, una avalancha de palabras en mi cabeza que no consigo conectar, como cuando tienes fiebre y te están hablando pero no sabes qué dicen. Algo de contar, que si contar las cosas es malo, que si el personaje principal es espía. Pero la belleza de su literatura me tenía atrapado, así que proseguí. Es una lectura que debes de estar concentrado porque con un pequeño descuido seguirás leyendo sin ton ni son. Me ha pasado varias veces.

Me imagino a Javier Marías incrustando cada palabra en el papel. Martillo y cincel en mano, la prosa no puede ser más trabajada. Cada palabra es una gota de sudor, cada frase una lágrima y cada párrafo una línea de sangre. Me lo imagino sufriendo por cada idea que le emerge, apretando los dedos y sintiendo que se le escapa el alma por cada capítulo que termina. Angustioso es leerlo cuando se refiere a la guerra civil, a los asesinatos y traiciones. A la muerte. Al padre. Pero toda su lectura es necesaria. No entendí en su momento, cómo pude vivir sin esta novela.

Habla de las miserias humanas, de nuestras contradicciones. Hace un repaso de nuestra forma de ser - como ser humano en sí - empezando con pequeños ejemplos o situaciones nimias donde él sabe exponerlas y traspasarlas hasta darle un sentido universal. En más de una situación te puedes ver reflejado, sin duda. Es muy pesimista sobre la condición humana; dedica un libro entero sobre el concepto de pedir (por ejemplo) y él lo hace que sea un concepto negativo. Como en el primer libro con el concepto contar, exponiendo lo que ha podido pasar, pasa y pasará a lo largo de la historia si se utiliza mal tal concepto.

Sabemos más de la Guerra Civil, de las Guerras Mundiales, de las tapaderas y los miedos que los habitantes de estas épocas pasaron. De ahí el título de la novela "Tu Rostro Mañana", expone hasta dónde puede llegar un ser humano. Cómo es ahora, pero en qué situaciones, para cada uno, límites, cambiarían su carácter su modus operandi. Para ello se inventa un guión, que en sí mismo, no duraría más de cien páginas a lo sumo. Sin embargo es necesario esa amplitud de conceptos en cada paso que da la historia para explicar tanto el funcionamiento de los personajes, como su alma. No es una historia lineal, puesto que da algún salto que otro, pero en cada salto que da, se enriquece con un gran lago de ideas que el autor necesita expresar sin contemplaciones, sin rehenes. Vaciando su alma.
Hace crítica de escritores españoles (sin decir nombres), de expresiones, de formas de vivir, de situaciones, etc. De tal forma que te da rabia en el momento que termina esos párrafos. Lo que sí puedo ver excesivo es la cantidad de explicaciones que hace cada vez que escribe alguna expresión localista tanto en inglés como en español. Utiliza el humor en momentos contados pero con una calidad inmensa. Casi todos los personajes tienen una forma de expresarse muy parecida, puesto que su nivel cultural es de la misma medida. Menos uno, que en ocasiones ya parece el típico bufón, que dentro de la tensión que existe cada vez que se incorpora a la historia, te incide a sonrir y, como no, a reir.

Aunque parezca que no, te mantiene la intriga en toda la novela. Esa tensión y esa neblina que no deja descansar la historia en ningún momento, te hace estar en guardia esperando siempre algo más en la historia. Conoce el tempo de cada situación, sin embargo, a mi modestísimo entender, abusa del "fenómeno de extrañamiento". Es un abuso bienvenido, ya que es un recurso dificilísimo de formar y, Javier Marías, lo utiliza con una sutileza y con un dominio fuera de lo común. Un genio en este campo sin lugar a dudas.

Nada que decir sobre su sintáxis, exquisita hasta decir basta. Su forma de expresar todo es inaudita. La belleza de su literatura suprema. No he conocido escritos más generoso por y para el lector, nada le importaba intentar hacer que entendamos sus ideas y cuestiones que lanza en la novela. Después de leer esta novela mi pregunta es, ¿ahora qué? ¿se puede superar esto?

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