jueves, 2 de septiembre de 2010

Homenaje (y 3)

En ese momento los directivos ignorados se dan cuenta del ridículo que acaban de hacer y miran de soslayo a sus iguales haciendo gesto de dignidad exagerada pensando en la oportunidad que acaban de perder y lo poco que disfrutaron el trayecto de vuelta. Ya tendremos otra oportunidad, pensaron. El presidente insta al jugador que jugó el campeonato con el dorsal número uno a que se acercara y se pusiera al lado suyo. Junto a ellos dos, el vicepresidente de la misma. Elegido por el presidente a dedo y por pura amistad, que dura desde la niñez, porque sabía lo importante que es tener un lacayo como segundo que no tenga el más mínimo interés en destronar al rey, pero que sea comprable y sepa comprar. El jugador que jugó y ganó el campeonato con el dorsal número uno lo único que hace es mirar hacia donde están sus compañeros y hacer muecas de triunfalismo con el trofeo acreditativo de campeón esperando ese bendito momento. El momento que se abra la puerta y por las ranuras empiecen a colarse sin permiso los rayos de luz y que hagan que las pupilas se cierren por el mayor contenido lumínico existente fuera de la aeronave. Los periodistas dieron buena cuenta de todo el trayecto con sus fotos y sus titulares, más de una docena de fotos que se publicaron a los pocos minutos en las ediciones digitales (milagros de los nuevos tiempos) fueron dirigidas cuando los jugadores que jugaron y ganaron el campeonato portaban algún refresco bufandero o gorra automovilística, que son las dos casas más importantes dentro de los patrocinios de las empresas informativas. Es así, estas casas son las que gratifican a los dueños del séptimo poder, cada vez menos bohemio y más pragmático, y los caprichitos de los editores y fotógrafos por estos favores encubiertos a voces. Siempre ha habido clases, hasta para la corrupción. Daba igual  la editorial o grupo empresarial que les pagara, eran una familia feliz. Hipócrita, pero feliz. Estos mismos periodistas que ahora comen en el mismo jarrillo de lata y que enaltecen al equipo que hace catorce horas que jugó y ganó la final del campeonato, estaban, hace menos de veinte días, inmersos en descalificaciones hacia los jugadores que jugaron el campeonato, hacia el entrenador y hacia sus mismos compañeros. Ya no por ellos mismos; sino que, como sicarios a sueldo que son, tienen mano libre para hacer y deshacer noticias según el antojo del periodista. Sólo tienen unas normas que seguir. Esto es, hay palabras que según en el grupo que trabajen no se pueden escribir, como crisis. Las opiniones tienen que ser grupales en toda la empresa. Si una televisión da una opinión, que no noticia, tanto la radio como la prensa de los mismos dueños tienen que rendir pleitesía a esa opinión dada por la reina televisión. Que para eso es la que subvenciona las pérdidas en la mayoría de los casos así que chitón y si no te gusta lo que debes de hacer, ya sabes que la puerta de salida tiene las bisagras engrasadas y sin pestillo. Pero esa noche todo ha sido diferente: jolgorio y alegría; champán y camadería. Los titulares no se distanciaban en demasía de un medio de comunicación a otro; hito histórico, hacemos historia, campeones del mundo y originalidades por el estilo. Todos los periodistas vieron cómo los jugadores que jugaron el campeonato con los dorsales nueve, cuatro y dieciocho, llamaron antes a sus agentes que a sus familias para que, con el calentón del triunfo, negociaran con sus clubes con el fin de conseguir unos milloncejos más. Que nos lo merecemos y seguro que la masa social lo comprenderá y si el club no quiere, que empiece la puja; de todas formas el capítulo de darle el beso al escudo comprador de no sé qué parte del mundo, lo tengo aprendido desde jovenzuelo. La única cláusula que quiero que aparezca en el contrato es que parezca que me han vendido por problemas económicos. El narrador se imagina al representante con una foto póster de su representado en una lonja subastando su producto al mejor postor. Ningún escribiente diario se atreverá a plasmar esto, porque, aunque sea bastante difícil llenar páginas diarias sobre un deporte y que los lectores se enganchen todos los días a las insustancialidades de uno y de otro, ya tienen para rellenar páginas sobre el campeonato. No comentarán nada de esto ni de los equipos de segunda fila que han sido rivales de Vivaminación que se han cruzado para llevarse el campeonato. Tema tabú. Lo guardan en un cajón y soltarán a la bestia en el momento que sea necesario, como puede ser las ventas bajas o la venganza personal.

Continuará...

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