jueves, 30 de septiembre de 2010

Homenaje (y 4)

Tienen por costumbre utilizar estos temas para hacer el mayor daño posible en el menor tiempo deseado. Vende más esto que intentar hacer la crítica como cimientos para un debate sano. Ahora sólo vale escribir y hablar sobre la felicidad que es tener un equipo campeón supremo del universo. La compuerta del avión, al ser de mecanismo hidráulico, inició su apertura por todo su contorno de forma uniforme, haciendo que los rayos solares desbordaran toda la puerta con esa fuerza que tiene la salida de un túnel. Mientras se abría, ahí estaban los tres representantes del equipo que jugó y ganó el campeonato achinando los ojos para no tener que cerrarlos y forzando las pupilas para que se habituaran a la nueva condición de claridad existente fuera de la aeronave. Sin ruido alguno la puerta hizo el juego completo de giro hasta abrirse totalmente. Suena el teléfono del presidente. Es una llamada que realiza alguien conocido porque la cara de felicidad satisfecha que le perdura desde hace catorce horas no se la ha cambiado ni cuando se ha tenido que colocar las gafas de cerca, colgadas de un cordón sobre el pescuezo  y que se asientan entre la curva del alto vientre y, en otrora tiempo, atlético pecho, para leer el nombre que sale en la pantalla de su ultra moderno teléfono que no sabe utilizar, pero qué cojones, si es gratis y sólo ha podido costar unos cuantos de cientos de euros, multiplicado por cincuenta que es el número de directivos, pues hace un total de unas decenas de miles de euros. Eso sí, sin contar las llamadas, que por supuesto, son gratis para el llamante: más de dos mil euros anuales por terminal.  Paga el contribuyente. Le da al botón verde – pocas operaciones más conoce de este ultra moderno celular - , que no lo descuelga. Las facciones musculares rellenas de grasa dieron un brinco de careta alegre a careta preocupada; de hermano feo  Calatrava a hermano guapo. Alzó la mano desocupada y con la palma de la mano extendida totalmente, como si de un comando de asalto se tratara, hizo entender a todos los pasajeros que jugaron y ganaron el campeonato, además de a los directivos, que debían de parar la caminata gloriosa hacia la escalera de salida de la aeronave. A los jugadores que jugaron y ganaron el campeonato catorce horas atrás con los dorsales diez, dos y veintidós les cogió la orden manual a contrapié, puesto que en ese preciso instante estaban ocupados en desprenderse de algunos objetos demasiado nacionalistas para los representantes de los clubes que les pagan esa, para muchos, merecidísima nómina por ser partícipe de un espectáculo, que, aunque demasiada gente no lo sepa, lo pagamos entre todos cuando hace falta rescatar a algún club por su desperdicio de millones de euros. El narrador considera ilógico que un trabajador, como se hacen llamar a sí mismos, tengan una jornada laboral de tres horas, hablando siempre de la más larga; y llegando a su centro de trabajo en automóviles siempre de alta gama. El narrador no conoce a ningún currita que tenga esos privilegios. Los jugadores últimamente mencionados no hicieron ningún atisbo de esconderse en el momento que tiraron al suelo estos objetos demasiados obscenos tanto para una parte de la masa social de los clubes donde juegan como a los presidentes de éstos, sin preguntarse si a los demás compañeros que compartieron mesa y mantel durante más de un mes además de jugar y ganar el campeonato catorce horas antes, le podría, al menos, molestar esa dedicatoria despectiva hacia una nación que sí que los ha apoyado sabiendo, porque la prensa se encarga de recordarlo cada cierto tiempo, los problemas éticos que desarrollan en esa parte de la región, no siendo alguno ni nacido por esas tierras. Será porque el narrador no vive con la presión de sentirse diferente o querer ser diferente al resto del mundo que no llega a comprender el esfuerzo y la energía que derrochan todas las entidades nacionalistas para querer conseguir una separación formal y que, además, la población acepte esta presión y que siempre vivan con el culo apretado y con un odio visceral a todo lo que no sea su país. El narrador no habla ya de una región localizada en un estado; expresa este pensamiento de forma muy general, o sea, mundial. Sin embargo, los compañeros no quisieron darse cuenta de este desprecio puesto que estaban atentos a la orden señalada por el presidente de la federación ganadora del campeonato.


Continuará...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Trilogía de Deptford. Robertson Davies.













Por el poco tiempo con el que ahora dispongo, ruego a Mis Lectamientos que cada vez que hagamos una travesía por alguna librería atine con su sexto sentido e intente cazar un título interesante y que no me haga perder el tiempo. Yo soy su mecenas y es el único requisito que le impongo en una compra. Claro está que siempre queda el valor seguro como son los escritores consagrados, pero entonces, no es cacería, sería un safari por donde te guían para que observes a los animales en semiclandestinidad. Acertó. De pleno. Buen disparo. Cada vez que pasábamos por al lado de la Trilogía, exclamaba “¡esos, esos!”. Me hacía el perezoso y miraba de reojo los libros que señalaba. Más de tres veces ocurrió la misma circunstancia. Accedí. Sin embargo, negué una vez más a Mis Lectamientos  y sólo compré el primer volumen de la trilogía. No fue un acto de cobardía, más bien quería guardar mis apreciadas dimensiones espacio - tiempo. Poco espacio, menos tiempo. En la cola de pago Mis Lectamientos se comportaba como un púber; agitado, nervioso; imbécil a fin de cuentas por no comprar los dos volúmenes restantes. Casi me doy la vuelta y dejo el que iba a pagar en breves instantes, pero la cajera dijo esa palabra que según qué casos y circunstancias puede llegar a acongojarte: “siguiente”. Bendita palabra. Sólo me costó seis páginas reconocer que debía de recorrer el camino de la librería y conseguir los otros dos.

El impacto frontal que ocasiona esta obra hacia el lector es bestial. Ciento diez atmósferas en tu mente. Por cada página que lees tienes la sensación de descubrir mil formas de poseer sensaciones. No es una novela fácil. El viaje ni siquiera es agradable en muchos de sus pasajes. Por la expertación que denota el escritor en los monólogos de los personajes debía de agarrar de la pechera a la novela y, a la vez que la sacudía, tener que gritarle que no iba a poder conmigo. Pero eso sí, tiene la imantación necesaria para que tu cabeza sólo piense en seguir con la historia.

La historia está en el centro de una habitación de dimensiones gigantescas con una luz que sólo consigue alumbrar al centro donde se encuentra la historia. Empiezo a andar desde una de las paredes  y, con un caminar espiral y sin dejar de mirar hacia al centro, me acercaba con seriedad y asombro. Cada vez que daba una vuelta completa, observo que la misma historia tiene tres puntos de vista diferentes. Cambia el tiempo, el tempo, el narrador, los personajes se mezclan; en un libro son primarios, en otros secundarios. La acción sugiere un avance lineal en la época de la historia conjugando todo lo antes mencionado… pero la historia es inamovible… la historia es la misma… ¿entonces? Es verdadero arte lo que hace. No intentaré conocer ni averiguar la fórmula. Me dejaré llevar por ese caminar serio y espacioso que hace que pueda disfrutar de la lectura bestialmente. Cada vez que me acerco más supongo que voy a conocer a los personajes y a la historia más profundamente; sin embargo hay lances que lo que hace la historia es alejarse de mí para que no me acomode y así retroceder unos pasos. Aunque pueda parecer que es una molestia, es un verdadero gusto cada vez que la novela me hace esa jugada. Pocas veces se podrá conocer la estructura y el avance de personalidad y carácter de los personajes desde que nacen. En este sentido, el autor, se convierte en un conductor de primer orden. Con lo cual expongo que es un verdadero privilegio poder leer, saborear y exprimir esta novela. Intuyo el esfuerzo sobre-escribiente y la energía desarrollada en esta historia. Esfuerzo descomunal para que todos los personajes sean absolutamente creíbles. Y lo son, sin duda. Más que la historia, lo realmente importante es el desarrollo de los protagonistas. Por eso, cuando después de una caminata interesantísima hasta el centro de la habitación, ya me importaba tres cojones el desenlace del problema principal. Mientras estoy escribiendo este post, me voy acordando cada vez más de la Trilogía y será una de las pocas novelas que seguramente releeré por la cantidad de detalles, la documentación que ofrece y la intensidad sicoanalista que contienen todos y cada uno de los integrantes de esta obra maestra.

Me siento un descubridor. Creo que no es muy conocido este escritor y menos aún esta Trilogía para la gran masa pública. lo puedo comparar cuando un grupo musical no es muy conocido  y una minoría se interesa por ellos hasta tal punto que en el momento que son medianamente conocidos, la frase típica de esta minoría es que ellos ya conocían a éstos cuando no eran famosos y que ahora que son un grupo mediocre. La diferencia es que yo sí quiero que sea súper famoso este escritor y reconocido. Lo que más me pudo sorprender en el momento de descubrir esta trilogía fue la fase descendente de ediciones que caía libro tras libro. A saber: sexta edición el primero, cuarta edición el segundo y segunda edición el tercero. Es verdad que no es una lectura fácil, ni tiene una programación historial típicamente lineal, sin embargo creo que es uno de los libros con mejores artificios literarios que jamás he leído.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Homenaje (y 3)

En ese momento los directivos ignorados se dan cuenta del ridículo que acaban de hacer y miran de soslayo a sus iguales haciendo gesto de dignidad exagerada pensando en la oportunidad que acaban de perder y lo poco que disfrutaron el trayecto de vuelta. Ya tendremos otra oportunidad, pensaron. El presidente insta al jugador que jugó el campeonato con el dorsal número uno a que se acercara y se pusiera al lado suyo. Junto a ellos dos, el vicepresidente de la misma. Elegido por el presidente a dedo y por pura amistad, que dura desde la niñez, porque sabía lo importante que es tener un lacayo como segundo que no tenga el más mínimo interés en destronar al rey, pero que sea comprable y sepa comprar. El jugador que jugó y ganó el campeonato con el dorsal número uno lo único que hace es mirar hacia donde están sus compañeros y hacer muecas de triunfalismo con el trofeo acreditativo de campeón esperando ese bendito momento. El momento que se abra la puerta y por las ranuras empiecen a colarse sin permiso los rayos de luz y que hagan que las pupilas se cierren por el mayor contenido lumínico existente fuera de la aeronave. Los periodistas dieron buena cuenta de todo el trayecto con sus fotos y sus titulares, más de una docena de fotos que se publicaron a los pocos minutos en las ediciones digitales (milagros de los nuevos tiempos) fueron dirigidas cuando los jugadores que jugaron y ganaron el campeonato portaban algún refresco bufandero o gorra automovilística, que son las dos casas más importantes dentro de los patrocinios de las empresas informativas. Es así, estas casas son las que gratifican a los dueños del séptimo poder, cada vez menos bohemio y más pragmático, y los caprichitos de los editores y fotógrafos por estos favores encubiertos a voces. Siempre ha habido clases, hasta para la corrupción. Daba igual  la editorial o grupo empresarial que les pagara, eran una familia feliz. Hipócrita, pero feliz. Estos mismos periodistas que ahora comen en el mismo jarrillo de lata y que enaltecen al equipo que hace catorce horas que jugó y ganó la final del campeonato, estaban, hace menos de veinte días, inmersos en descalificaciones hacia los jugadores que jugaron el campeonato, hacia el entrenador y hacia sus mismos compañeros. Ya no por ellos mismos; sino que, como sicarios a sueldo que son, tienen mano libre para hacer y deshacer noticias según el antojo del periodista. Sólo tienen unas normas que seguir. Esto es, hay palabras que según en el grupo que trabajen no se pueden escribir, como crisis. Las opiniones tienen que ser grupales en toda la empresa. Si una televisión da una opinión, que no noticia, tanto la radio como la prensa de los mismos dueños tienen que rendir pleitesía a esa opinión dada por la reina televisión. Que para eso es la que subvenciona las pérdidas en la mayoría de los casos así que chitón y si no te gusta lo que debes de hacer, ya sabes que la puerta de salida tiene las bisagras engrasadas y sin pestillo. Pero esa noche todo ha sido diferente: jolgorio y alegría; champán y camadería. Los titulares no se distanciaban en demasía de un medio de comunicación a otro; hito histórico, hacemos historia, campeones del mundo y originalidades por el estilo. Todos los periodistas vieron cómo los jugadores que jugaron el campeonato con los dorsales nueve, cuatro y dieciocho, llamaron antes a sus agentes que a sus familias para que, con el calentón del triunfo, negociaran con sus clubes con el fin de conseguir unos milloncejos más. Que nos lo merecemos y seguro que la masa social lo comprenderá y si el club no quiere, que empiece la puja; de todas formas el capítulo de darle el beso al escudo comprador de no sé qué parte del mundo, lo tengo aprendido desde jovenzuelo. La única cláusula que quiero que aparezca en el contrato es que parezca que me han vendido por problemas económicos. El narrador se imagina al representante con una foto póster de su representado en una lonja subastando su producto al mejor postor. Ningún escribiente diario se atreverá a plasmar esto, porque, aunque sea bastante difícil llenar páginas diarias sobre un deporte y que los lectores se enganchen todos los días a las insustancialidades de uno y de otro, ya tienen para rellenar páginas sobre el campeonato. No comentarán nada de esto ni de los equipos de segunda fila que han sido rivales de Vivaminación que se han cruzado para llevarse el campeonato. Tema tabú. Lo guardan en un cajón y soltarán a la bestia en el momento que sea necesario, como puede ser las ventas bajas o la venganza personal.

Continuará...